Sexualidad y Envejecimiento

04.05.2020

En nuestra cultura predomina un modelo ideal de persona donde se resalta la juventud y el éxito, cualidades indispensables para recibir la aceptación social. Por lo tanto, existe un estereotipo negativo sobre la 3ª edad, donde se le atribuyen características como la inactividad, enfermedad e invalidez.

Sin embargo, actualmente los ancianos tienen menos problemas de salud gracias a la gran cantidad de adelantos científicos en el campo de la medicina, lo cual incrementa la calidad de vida a edades avanzadas.

En la actualidad persisten actitudes similares a las existentes en la antigüedad y que tienden a rechazar o burlarse de las necesidades sexuales en el adulto mayor.

¿Qué entendemos por vejez? Sostenemos que las construcciones sociales indican en cada sociedad qué es ser viejo y qué se espera de él. Los principios de clasificación del mundo social, hasta los más naturales, remiten siempre a fundamentos sociales. Propiedades físicas como el sexo y la edad, sirven muchas veces de criterios de clasificación de los individuos en el espacio social. La elaboración de estos criterios está, en general, asociada al surgimiento de instituciones y agentes especializados que encuentran en estas definiciones, el recurso y el fundamento de su actividad.

El deseo sigue existiendo. López Sánchez (2008) afirma que "la fisiología del placer es algo que nos viene dado y que persiste en la vejez. Pero, la sexualidad sólo funciona si no la interferimos con miedos, con falsas creencias, con hostilidad e incomunicación. Es decir, el principal obstáculo para gozar no está en la fisiología, sino en el tabú y las falsas creencias

Los individuos no cambian mucho, sino que envejecen, si una persona tuvo a lo largo de toda su vida una sexualidad activa, esta característica tiende a persistir en la vejez.

La manera como cada uno de nosotros expresa lo que siente, piensa y actúa se va aprendiendo desde la niñez.

Hablar de sexualidad humana es mucho más que describir los órganos sexuales con que nacimos, abarca todo lo que somos y vamos construyendo a lo largo de la vida física, psíquica y social.

Sexualidad es todo lo que hacemos como seres sexuados, es decir todas las emociones, comportamientos, afectos, decisiones, que nos hacen hombres o mujeres.

El envejecimiento se produce de manera imperceptible y muy lenta, nos percatamos del mismo cuando no podemos realizar algunas tareas de la misma forma que las realizábamos antes.

En las mujeres se da lugar a la menopausia que es la interrupción total de la menstruación. Esta situación trae una ambivalencia en los sentimientos, desaparece el temor a tener embarazos, pero también aparece el duelo a esa pérdida.

Los ovarios disminuyen gradualmente la producción de estrógenos y progesterona, también la producción de testosterona desciende, estos cambios hormonales traen aparejados cambios a nivel físico como sequedad vaginal y osteoporosis; y psíquicos, evidenciándose como deseo sexual hipoactivo. La mujer debe tomar conciencia de que no termina su función sexual, sí la reproductiva, y que las experiencias previas de su vida pueden alcanzar una completa y mayor satisfacción sexual en esta etapa de la vida.

La caída hormonal da gran cantidad de síntomas

  • Oleadas de calor
  • Cefaleas
  • Malestar general
  • Irritabilidad y tendencia a la depresión
  • Disminución de la memoria y de la capacidad de concentración
  • Insomnio
  • Emotividad fácil y crisis de llanto
  • Atrofia de cuello de útero, vagina y vulva
  • Disminución del volumen mamario con mamas péndulas y fláccidas.
  • Incontinencia urinaria, tendencia a las infecciones urinarias
  • Sequedad vaginal y coito doloroso
  • Aumento de grasa corporal, disminución de masa muscular.
  • Aumento de niveles de colesterol
  • Osteoporosis

En el hombre no se pierde la capacidad de engendrar, y los cambios hormonales son paulatinos, por eso el término andropausia es inapropiado como evento temporal. Probablemente los cambios más notables se deban a factores psicosociales, como la jubilación y la pérdida de capacidades físicas.

Las alteraciones que comienzan a afectar al varón comienzan alrededor de los 50 años, y se producen por el progresivo descenso de la testosterona, repercutiendo no sólo en el área física sino también en el plano anímico, pudiendo provocar irritabilidad, desasosiego y tendencia a la depresión.

Diversos signos y síntomas evidencian la disminución de testosterona en los hombres (hipogonadismo)

  • Declinación de la capacidad seminal y la capacidad fecundadora
  • Menor propulsión y volumen de semen durante la eyaculación
  • Disminución de la erección
  • Retardo en la eyaculación
  • Ginecomastia (crecimiento de mamas).
  • Disminución de la masa muscular, aumento de grasa corporal
  • Aumento del colesterol, obesidad
  • Disminución del volumen testicular
  • Disminución del vello corporal
  • Cambio de estado de ánimo
  • Mayor emotividad, llanto fácil

La vejez no es una enfermedad

La vejez es sinónimo de pérdidas, déficit, duelos, crisis y casi siempre es asociada a algo patológico.

Hay muchas enfermedades que pueden interferir con la respuesta sexual, como la diabetes, hipertensión arterial, enfermedades del sistema nervioso, enfermedades metabólicas y endócrinas, medicamentos, etc.

Una enfermedad puede ser causa de disfunción sexual. A la vez, el sentirse o saberse enfermo, puede provocar un cambio psicológico que la genere; muchas personas usan este tipo de enfermedades como excusa para no mantener una vida sexual adecuada.

Las creencias y conceptos erróneos se manifiestan incluso en las historias clínicas, donde no se recogen datos sobre la actividad sexual. A pesar de la preocupación social por la sexualidad, nuestras creencias sobre lo normal y apropiado del comportamiento sexual permanecen fuertemente delimitado.

En la sexualidad contemporánea, la procreación ocupa un espacio reducido y marginal. "La sexualidad ahora aparece como una experiencia personal, fundamental en la construcción del sujeto, al centro de un dominio que se ha desarrollado y ha adquirido un peso considerable a lo largo de los siglos, la esfera de la intimidad y de la afectividad. El repertorio sexual se ha ampliado, las normas y trayectorias de vida sexual se han diversificado" (Bozon, 2005).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

Una extraordinaria posibilidad de comunicación que tienen a su disposición las personas, para expresar y compartir muchos y variados deseos, sensaciones, sentimientos, emociones, fantasías, afectos, caricias o ternura.

Las relaciones sexuales son, ante todo, una manera íntima y privada de comunicación. Al practicarlo, todos los cuerpos, están genéticamente preparados para responder al estímulo sexual, siempre que haya deseo y disponibilidad para ello, poniendo en marcha un extraordinario y complejo proceso de respuesta sexual.

El desarrollo y la aceptación de esta perspectiva, vendría condicionado por el hecho de que en la actualidad, el principio de placer rige gran parte de los comportamientos, contribuyendo a que la sexualidad no se limite a los órganos genitales, sino que se extienda a todos los sectores del cuerpo que pueden producir placer. Por tanto, se atiende a la capacidad de hombres y mujeres para comunicarse y expresarse, obteniendo y dando placer a través del sexo.

Partiendo de la definición de salud aportada por la Organización Mundial de la Salud: "es el perfecto estado de bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad o dolencia".

López Sánchez (2008) recuerda que la actividad sexual en edades avanzadas beneficia la salud: "los médicos deberían prescribirlo como una medicina más. Los buenos ratos favorecen el bienestar general. El cerebro libera una serie de sustancias químicas que propician ese bienestar. El orgasmo también es bueno para el sistema cardíaco, para el sistema respiratorio, para el sistema nervioso. Tener relaciones es un buen ejercicio que tonifica la musculatura". Además, "la intimidad corporal que supone estar con otra persona, acompañado, ayuda a superar la soledad, el auténtico mal para la tercera edad"

La soledad afectiva es, sin duda, un problema de salud muy importante. Es la etapa de las pérdidas y de los temores: a la soledad, al aislamiento, a la incomprensión, a la falta de recursos económicos, a la discapacidad, a la fragilidad, a la dependencia.

En resumen, podríamos considerar que la sexualidad y la afectividad pueden mantenerse durante la vejez y que la satisfacción sexual no tiene por qué disminuir. Incluso se informa, en ocasiones, de una mejoría de este tipo de vivencias con la edad. Todo ello en razón de que la calidad de la actividad sexual en la vejez depende más de factores psico-sociales que, de la edad, siempre que no existan problemas de salud importantes.

Bibliografía

SEXUALIDAD y ENVEJECIMIENTO, Conserjería de Salud de Andalucía. (2011)

Virginia Gaitán: Sexualidad y envejecimiento